Explotación sexual infantil y adolescente: un delito a combatir entre todos

 

La explotación sexual comercial infantil y adolescente es un delito de los adultos contra los niños, niñas y adolescentes. Es una violación severa a los derechos humanos.

Hay responsabilidad penal por parte de quien comete el delito y responsabilidad social por parte de la población que no impide ni denuncia estos hechos, actuando de manera indiferente, legitimando y naturalizando la venta de servicios sexuales de niños, niñas y adolescentes.

¿Qué es la explotación sexual comercial?

Se refiere a la utilización de personas menores de edad en actividades sexuales con la promesa de una remuneración económica o cualquier otro tipo de retribución, o inclusive bajo amenazas. En estas actividades sexuales con menores participan una o más personas, quienes muchas veces llegan a formar parte de redes nacionales e internacionales de explotación sexual infantil.

Tipos de explotación sexual comercial:

-Utilización de personas menores de edad en actividades sexuales remuneradas en dinero o especias (comúnmente denominada prostitución infantil) en las calles o en locales cerrados como discotecas, casas de masaje, bares, hoteles etc.

-Tráfico y trata de niños, niñas y adolescentes para el comercio sexual.

-Turismo sexual infantil.

-Producción, promoción y divulgación de pornografía involucrando personas menores de edad.

-Utilización de menores de edad en espectáculos sexuales públicos o privados.

 

Los explotadores:

Pueden ser conocidos o desconocidos de las personas menores de edad, hombres o mujeres que se acercan con promesas diversas, tales como mejoras laborales o vínculos afectivos.

Pueden ofrecer niños, niñas y adolescentes a otras personas a cambio de dinero. Reclutan y trasladan menores con identificaciones falsas dentro y fuera del país, a quienes luego someten a situaciones casi de esclavitud.

En el ámbito social, prevalecen falsas creencias que aumentan la magnitud del problema, mitos como:

 

  • No sabía que era menor.
  • Aparenta más edad.
  • Ayudo a la familia, es algo caritativo.
  • Es una elección del niño, niña o adolescente, le gusta lo que hace.
  • Estos adultos son personas enfermas.

 

Estos conceptos sustentan y perpetúan una asimetría de poder, reproduciendo situaciones de inequidad de género, muchas veces con personas en situación de vulnerabilidad.

Muchas veces las personas que abusan, tienen cierto poder económico, con familias estables, hombres de familia, empresarios, lo que hace más difícil de notar o que pasen desapercibidas las situaciones de violencia y dominación. Toman al adolescente como mercancía, son objetos de consumo, que compran y venden.

Esta actividad se sostiene porque hay adultos dispuestos a pagar por vínculos sexuales con menores.

La explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes genera daño a corto, mediano y largo plazo. Culpabiliza a las personas menores de edad justificando conductas adultas; se estigmatiza y criminaliza a la víctima y a su familia.

Los niños, niñas y adolescentes no eligieron estar en esta situación, muchas veces desconocen sus derechos y no saben dónde pedir ayuda. Tienen miedo a no ser escuchados, generalmente están amenazados y temen las represalias. Se sienten culpables y se aíslan.

 

¿Qué aconsejar?:

-Pedir ayuda.

-Hablar con alguien sobre lo que sucede.

-No responder mensajes si no conocen el contacto.

-No aceptar ofertas laborales poco confiables o con propuestas fuera de lo esperado.

-Sospechar de quien pide mantener una relación secreta.

-Sospechar de quien asegura que otorgará grandes retribuciones a cambio de relaciones afectivas, de acompañamiento o de situaciones similares.

-Avisar siempre dónde y con quién se está.

 

Debemos tener claro que la tolerancia social es el mayor cómplice de este delito.

 

Dra. Graciela Varin

Ps. Fani Alzugaray

Comité de Adolescencia de la SUP

Julio, 2020